jueves, 21 de marzo de 2013

"¿¿CÓMO EDUCAS??"




Educar es una de las tareas más difíciles a las que se enfrentan los padres y madres; pero la mas bella. Y, aunque no existen fórmulas mágicas, sí hay algunas cuestiones clave que tenemos que manejar con soltura. Os presento unas claves que os pueden ayudar en la educación de vuestro hijos e hijas. 


 1. Un ejemplo vale más que mil sermones.

 Desde muy pequeños los niños tienden a imitar todas nuestras conductas, buenas y malas. Podemos aprovechar las costumbres cotidianas -como saludar, comportarnos en la mesa, respetar las normas al conducir, no fumar delante de ellos,- para que adquieran hábitos correctos y saludables y, poco a poco, vayan tomando responsabilidades. De nada sirve sermonearle siempre con la misma historia si sus padres no hacen lo que le piden.


 2. Comunicación, diálogo, comprensión. 

 Este es uno de los principales problemas de muchas familias. Las palabras, los gestos y las expresiones que utilizamos nos sirven para conocernos mejor y expresar todo aquello que sentimos. Por eso, incluso durante el embarazo, hay que hablarle al bebé. Debemos continuar siempre con la comunicación. Hablarle mucho, sin prisas, contarle cuentos y también dejar que él sea quien nos los cuente.¿Has probado a hacerle una pregunta que empiece con «Qué piensas tú sobre...»? Así le demostramos que nos interesa su opinión y él se sentirá querido y escuchado. Tu hijo debe tener su tiempo y disponer de una escucha activa. 


 3. Límites y disciplina, sin amenazas.

 Las normas deben ser claras y coherentes e ir acompañadas de explicaciones lógicas. Tienen que saber lo que ocurre si no hace lo que le pedimos. Por ejemplo, debemos dejarle claro que después de hacer los deberes dispondrán de su tiempo libre. Es importante que el niño -y también nosotros- comprenda que sus sentimientos no son el problema, pero sí las malas conductas. Y ante ellas siempre hay que fijar límites, porque hay zonas negociables y otras que no lo son. Si se niega a ir al colegio, tenemos que reconocerle lo molesto que es a veces madrugar también para nosotros. 


 4. Dejarle experimentar aunque se equivoque. 

 La mejor manera para que los niños exploren el mundo es permitirles que ellos mismos experimenten las cosas. Aunque se equivoquen debemos darle "alas" para que aprendan del mundo. La sobreprotección a veces nos protege a los padres de ciertos miedos, pero no a 
nuestro hijo. Si cada vez que se cae o se da un golpe, por pequeño que sea, corremos alarmados a auxiliarle, estaremos animándole a la queja y acostumbrándole al consuelo continuo. Tenemos que dejarles correr riesgos. 


 5. No comparar ni descalificar. 

 Debemos de eliminar ciertas frases como «aprende de tu hermano», «¿Cuándo vas a llegar a ser tan responsable como fulano o?»... No conviene generalizar y debemos prescindir de expresiones como «siempre estás pegando a tu hermana» o «nunca haces caso». No pongamos etiquetas, ya que pueden llegar a creérselos hasta el punto de actuar siempre así. Seguro que hace muchas cosas bien, aunque últimamente se esté comportando como un verdadero «trasto». Cada niño es único, no todos actúan al mismo ritmo y de la misma manera. Hay que reforzar positivamente su comportamientos buenos y favorables. Frases como «tú puedes jugar al fútbol igual de bien que tu hermano, inténtalo. Ya lo verás» transforman su malestar en una sonrisa y le animan a conseguir sus metas sin tanta ansiedad. 


6. Hay que reconocer nuestras equivocaciones. 

 Tenemos derecho a equivocarnos y eso no significa ser malos padres. Lo importante es reconocer los errores y utilizarlos como fuente de aprendizaje. Una frase sencilla como "perdona cariño", refuerza su buen comportamiento y nos ayuda a sentirnos bien. Tienen que descubrir que equivocarse es natural y que nosotros también lo hacemos. 


 7. Reforzar las cosas buenas. 

 Está comprobado que los refuerzos positivos gestos de cariño, estímulos, recompensas resultan más eficaces a la hora de educar que los castigos. Por eso siempre debemos darle apoyo afectivo y dejar que sea él el que, según su capacidad, resuelva los problemas. Los niños son muy sensibles y los calificativos como «tonto» o «malo» les hacen mucho daño y pueden afectar de modo negativo a la valoración que tienen de ellos mismos. Debemos ser generosos con todo aquello que les hace sentirse valiosos y queridos. Si le premiamos con caricias, abrazos o palabras como «guapo» o «listo», estamos construyendo una buena autoestima. Tan importante como rectificar sus malas conductas es reconocer y reforzar las buenas. 


 8. Madre/ padre amigo. 

 Aunque siempre conviene fomentar un clima de cercanía y confianza, eso no significa que debamos ser sus mejores amigos. Mientras que entre los niños el trato es de igual a igual, nosotros, como padres y educadores, estamos situados en un escalón superior. Desde allí les ofrecemos nuestros cuidados, experiencia, protección pero también nuestras normas. Buscar su aprobación continua para todo puede ser un arma de doble filo, ya que la amistad también es admiración y confianza y le resultará muy difícil confiar en nosotros si no sabemos imponernos. Un buen padre no es aquel que cede de modo continuo y no enseña. 


 9. Ellos también tienen emociones. 

 No nos podemos olvidar que no sólo nosotros tiene,os emociones y que los niños están todo el día felices. No, ellos también se sienten, tristes, preocupados... Su mundo emocional es igual o más complejo que el nuestro, por eso conviene dar importancia a sus emociones y ser conscientes de ellas. Debemos ayudar a nuestro hijo a poner nombre y apellido a lo que experimenta y siente.


  “Los tiempos cambian y no podemos pretender educar como lo hicieron con nosotros”




No hay comentarios:

Publicar un comentario