miércoles, 11 de diciembre de 2013

LA BRÚJULA DE TU VIDA.

Si para hacer de forma segura cualquier recorrido por el planeta es imprescindible tener una orientación certera y tomar la ruta adecuada hasta el destino que uno se ha propuesto, ¿cómo no se va a necesitar una brújula que indique en todo momento dónde esta el norte al que se dirige la VIDA ?". Esta pregunta encierra en sí misma a muchos otras y nos plantea, la pregunta acerca del proyecto de vida personal, lo que implica saber qué se quiere y cómo es posible lograrlo, considerando que las decisiones para optar por un trayecto u otro, dependen en gran medida, de las convicciones que se tengan, surgidas estas como consecuencia de los conocimientos, sentimientos y experiencias en esta y en otras encarnaciones. Muchas son las alternativas que se pueden tomar para sortear las diferentes situaciones que se presentan cotidianamente en el día a día: con familiares, laborales y amigos. Estas problemáticas generalmente nos conmueven y nos impiden conseguir los logros y superaciones que muchas veces ignoramos poder alcanzar. Algunas cosas a las que nos enfrentamos son difíciles de resolver, mas aún cuando nos encontramos en estado de pesimismo o abatimiento pero, cuando el espíritu reconoce el sentido de dichas prueba, surge entonces, en primer lugar, la aceptación y la comprensión de la dimensión espiritual que tienen y luego, el impulso al progreso y a la felicidad que devienen de saber que se está haciendo todo lo posible por cambiar. ¿Quién te hace sufrir? ¿Quién te rompe el corazón? ¿Quién te lastima? ¿Quién te roba la felicidad o te quita la tranquilidad? ¿Quién controla tu vida?… ¿Tus padres? ¿Tu pareja? ¿Un antiguo amor? ¿Tu suegra? ¿Tu jefe?… Podrías armar toda una lista de sospechosos o culpables. Probablemente sea lo más fácil. De hecho sólo es cuestión de pensar un poco e ir nombrando a todas aquellas personas que no te han dado lo que te mereces, te han tratado mal o simplemente se han ido de tu vida, dejándote un profundo dolor que hasta el día de hoy no entiendes. Pero ¿sabes? No necesitas buscar nombres. La respuesta es más sencilla de lo que parece, y es que nadie te hace sufrir, te rompe el corazón, te daña o te quita la paz. Nadie tiene la capacidad al menos que TU le permitas, le abras la puerta y le entregues el control de tu vida. No se sufre por la acción de la otra persona, sino por lo que sentimos, pensamos e interpretamos de lo que hizo, por consecuencia directa de haberle dado el control a alguien ajeno a nosotros. Definitivamente nadie puede decidir por nosotros. Nadie puede obligarnos a sentir o a hacer algo que no queremos, tenemos que vivir en libertad. No podemos estar donde no nos necesiten ni donde no quieran nuestra compañía. No podemos entregar el control de nuestra existencia, para que otros escriban nuestra historia. Tal vez tampoco podamos controlar lo que pasa, pero sí decidir cómo reaccionar e interpretar aquello que nos sucede. La siguiente vez que pienses que alguien te lastima, te hace sufrir o controla tu vida, recuerda: No es él, no es ella… ERES TÚ quien lo permite y está en tus manos volver a recuperar el control.